lunes, 27 de enero de 2014

Las Llaves del pueblo - 1998 - Pedro Romero Baro - José Pérez Toledo



Cuando yo miro a mi mare
dormiíta en su butaca
con su cara arrugaita
como una ciruela pasa,
su cabeza llena de canas
como los montes nevaos,
sus pies chiquitos y estrechos
con los tobillos hinchaos
por el peso de los años
y cansaíta de trabajar.
Ay, ay, ay,
mi vieja duerme en su butaca,
ay, ay, ay,  
duerme tranquila
entre sus hijos que la idolatran,
ay, ay, ay,
y aunque está vieja qué guapa está.
Y eso pienso yo,
por qué algunos la abandonan,
y me echo a llorar de la pena que me da.
Si ellas son lo más sincero del mundo,
ellas son faro y son rumbo
que te evitan sosobrar,
ellas son lo más perfecto creao,
es un amor sin pecao
y no se puede abandonar.
¿Cómo se puede dejar
a una mare con extraños,
como si fuera un paquete
que ya estorba por sus años?,
si vemos en la residencia a los ancianos
siempre solitos y pensando.

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